- Decenas de entidades sociales y ecologistas, entre las que se encuentra Ecologistas en Acción, han enviado al Gobierno una carta en la que reclaman que España abandone la utilización de aceite de palma y de soja para producir combustibles.
- La petición, iniciativa de organizaciones brasileñas e indonesias y apoyada por numerosas organizaciones europeas, pone de manifiesto la importante oposición al uso de unas materias primas que provocan la deforestación de enormes superficies de tierra, aumentan el precio de alimentos básicos e incrementan las emisiones de gases de efecto invernadero.
- Las organizaciones firmantes hacen un llamamiento explícito al Gobierno de España para que apoye la propuesta del Parlamento Europeo de abandonar la palma y la soja en 2023, situándose en la senda marcada por ocho países de la UE que ya han eliminado estas materias primas de sus carburantes.
En total, 35 organizaciones de América, Asia y la Unión Europea han firmado la misiva que Ecologistas en Acción, en colaboración con ECODES y Transport&Environment (T&E), ha enviado esta mañana a Pedro Sánchez, Teresa Ribera y Sara Aagesen, como principales responsables de la política energética del Gobierno de España. En el documento, fruto de la iniciativa de diferentes organizaciones de Brasil e Indonesia, las entidades firmantes instan al ejecutivo de Pedro Sánchez a apoyar “una eliminación inmediata y simultánea de la soja y la palma de los biocombustibles en Europa”.
Las entidades demandan esta medida como forma de frenar la deforestación y las violaciones de derechos humanos que actualmente sufren los mencionados países como consecuencia de la expansión de los campos de cultivos de soja y palma productos que, paradójicamente, suelen tener imagen de sostenibles.
El envío de esta carta se produce en un momento clave para el Gobierno, ya que tiene que decidir su posición en la revisión de la Directiva de Energías Renovables, dentro del paquete Fit for 55 de la Unión Europea. Uno de los asuntos clave de dicha revisión es la decisión por parte de los Estados miembro de apoyar o no la eliminación de la palma y la soja de los combustibles en 2023, medida que ya fue aprobada en septiembre por el Parlamento Europeo. En las próximas semanas, Parlamento, Consejo y Comisión entrarán en negociaciones para acordar el texto definitivo de la Directiva, siendo la cuestión de los biocombustibles un elemento fundamental.
La posición de España sobre este tema resulta de enorme importancia en el conjunto de la Unión. España fue el primer productor de biodiésel a partir de aceite de palma de la UE en 2020 y cuenta con una de las mayores industrias de Europa en lo que se refiere a producción de biocombustibles elaborados a base de aceites vegetales.
Según datos del Ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITERD), en 2020 España vendió 1,4 millones de toneladas de biodiésel y casi 400.000 de hidrobiodiésel (tratado con hidrógeno). De esas cantidades, el 52 % del biodiésel y el 93 % del hidrobiodiésel estaban producidos a partir de aceites de palma y de soja, procedentes de países como Indonesia, Malasia y Argentina.
Por otro lado, todas las miradas se dirigen al Gobierno de España tras la catalogación del aceite de palma por parte de la Comisión Europea como materia prima insostenible en 2019 –decisión traspuesta por España a su ordenamiento jurídico en septiembre de 2021–, el abandono de la palma y/o la soja ya decretado por 9 países de la UE (Austria, Alemania, Bélgica, Dinamarca, Francia, Italia, Países Bajos, Portugal y Suecia) y la intención de Alemania de abandonar los biocombustibles a partir de cultivos alimentarios.
Así lo refleja la carta enviada por decenas de organizaciones, en la que mencionan la existencia de una “oportunidad histórica” para que el Gobierno de Pedro Sánchez dé un giro en su tradicional política de apoyos a estos combustibles insostenibles.
Pese a su promoción durante las últimas décadas en el marco de la Directiva de Energías Renovables como combustible limpio, hoy está demostrado que los carburantes elaborados a base de palma y de soja emiten hasta el triple y el doble de gases de efecto invernadero que el combustible fósil, respectivamente, si se tienen en cuenta las emisiones asociadas a la destrucción de ecosistemas ricos en carbono para cultivar palma y soja en su lugar.
Según datos de Transport & Environment, desde 2011 se han quemado alrededor de 39 Mt de biodiésel de palma y soja, lo que ha generado 381 Mt de CO2eq (incluyendo las emisiones de ILUC), es decir, 245 Mt de más de lo que habríamos emitido si hubiéramos utilizado diésel fósil en su lugar.
Además, el uso de cultivos alimentarios –aceites vegetales o cereales, entre otros– para producir combustibles está causando fuertes incrementos en el precio de alimentos básicos, lo que se traduce en altos niveles de inseguridad alimentaria en diferentes puntos del planeta. Por ejemplo, tal y como puso de manifiesto un estudio de T&E, cada día se queman 10.000 toneladas de trigo –el equivalente a 15 millones de hogazas de pan– en los depósitos de los vehículos de la UE.
Pablo Muñoz Nieto, coordinador de la campaña de biocombustibles de Ecologistas en Acción, ha afirmado: “El Gobierno de España no puede seguir apoyando materias primas que causan deforestación y hambre en todo el mundo, y que agravan la crisis climática. Ya no hay excusas para no eliminar la palma y la soja: otros países de la UE ya lo han hecho y el Parlamento Europeo ha decidido unánimemente abandonarlas”.
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