- Después de la forzosa interrupción de la pandemia, volvemos a la zona occidental del Rif.
- Nuestra actividad se ha centrado en el Parque Nacional de Talassemtane y en el recién creado Parque Natural de Bouhachem.
Toda la zona visitada forma parte de la Reserva de la Biosfera Intercontinental del Mediterráneo, la única del mundo que abarca dos continentes y que fue declarada por la UNESCO en el año 2006, con una superficie de 907.185 hectáreas. En la zona española forman parte de esta Reserva de la Biosfera los parques naturales del Estrecho, Los Alcornocales, Sierra de Grazalema y Sierra de Las Nieves.
A pesar de su cercanía, el Rif es una cordillera poco conocida de Marruecos. En sus laderas se asientan pueblos de extraordinaria arquitectura como Chefchaouen, y numerosas aldeas y aduares —agrupaciones de casas— que guardan costumbres ancestrales en medio de un paisaje exótico a escasos kilómetros de nuestra tierra.
El primer día de viaje, 8 de octubre, embarcamos en Algeciras con rumbo a Tánger Med, un puerto industrial, en medio de los montes del Estrecho y lejos de Tánger o Ceuta. Sabiendo que los sábados se celebran importantes mercados o zocos, nos propusimos visitar el de Sebt de Beni Said. El zoco funciona hasta el mediodía y el retraso acumulado en el transporte marítimo, hizo que no pudiésemos llegar a disfrutarlo. Seguimos hasta el pueblo de Kaas Ras, a orillas del Mediterráneo, en el que existen numerosos puestos de pescado fresco a la brasa, en plena calle a precios verdaderamente económicos.
Nos instalamos en Chaouen, ciudad situada en las laderas de dos altos picos del Rif, cuyas casas en calles laberínticas están pintadas de azul añil, distintivo y encanto de esta ciudad.
El segundo día, 9 de octubre, nos dirigimos al recién creado Parque Natural de Bouhachem, un parque que sabíamos gemelo del nuestro de Los Alcornocales, con la misma roca arenisca, con similar vegetación y dominancia del alcornoque, algo más de humedad y de altura topográfica. Al iniciar un recorrido a pie encontramos la triste estampa de un parque quemado por un enorme incendio de este verano. A pesar de ello, pudimos conocer la riqueza botánica de este enorme bosque (105.470 has.) con alcornoques, quejigos, melojos y laureles. También llegamos a ver alguno de los monos macacos que viven en él. Esperemos que la recuperación del bosque sea rápida y conserve su diversidad, no en vano ya se empiezan a ver brotes verdes. Al salir del Parque Natural visitamos el palacio de El Raisuni. Aquí la sorpresa fue gratificante. Los campesinos celebraban el aniversario del nacimiento del Profeta con músicas, cantos y viandas. Partícipes de su fiesta, en estancias separadas para hombres y mujeres, fuimos objeto de su hospitalidad invitándonos a sus comidas y festejos.
Al día siguiente, 10 de octubre, realizamos la llamada Ruta de las Cascadas en el Parque Nacional de Talassemtane, el gemelo del nuestro en la Sierra de Grazalema con su roca caliza. Se realiza por un sendero muy popular que sigue el curso del río El Kelaa. La primera cascada está a pocos kilómetros del inicio, con zonas de tés y comidas, y con la novedad de instalar mesas y sillas con los pies en el agua remansada tras la cascada. A más de una hora de remontar el río se llega a la segunda cascada, que este año, a causa de la sequía y época del año, no presentaba su mejor aspecto; de todos modos nos permitió un estimulante baño a los más calurosos. En el recorrido abunda el araar (Tetraclinis articulata), una conífera perfectamente adaptada a las duras condiciones del clima mediterráneo, capaz de soportar intensas sequías y de crecer en suelos pobres y pedregosos. En la Península Ibérica prácticamente ha desaparecido y en Marruecos se encuentra amenazada. Lamentablemente, lo que sí abunda en esta ruta es la basura, y, queriendo dejar una huella positiva de nuestro paso, a la vuelta repartimos bolsas para recoger la que nos encontráramos, llenando varias decenas de bolsas de basura en una acción muy reconfortante. Como premio, a la llegada a los minibuses algunos pudimos observar un conjunto o gran familia de macacos de Berbería (Macaca sylvanus), saltando, subiendo y bajando entre rocas y plantas.
El día 11 de octubre realizamos la subida al Pinsapar de Chaouen también en el Parque Nacional de Talassemtane. Subimos por una estrecha carretera sin terminar en la que nos llamó la atención las extensas zonas dedicadas al cultivo de cannabis, que año tras año se adentran en el Parque Nacional, a través de sus bosques de encinas, cedros y pinsapos, provocando una fuerte deforestación y erosión. Llegamos a un claro del bosque conocido como Plaza de España por ser sitio donde los españoles sacaban maderas, al pie del Jbel Lakraa que, con sus 2.159 metros de altitud, es el techo del Parque Nacional. Desde allí iniciamos un sendero en el que nos maravillamos de la diversidad arbórea y los tamaños de los individuos. Pudimos conocer pinsapos (Abies pinsapo var. maroccana), pinos negros endémicos del Rif (Pinus nigra subsp. mauretanica) y cedros (Cedrus atlántica). A media mañana, igual que puede ocurrir en nuestro Pinsapar de Grazalema, empezó a llover y derivó en diluvio con truenos y descarga eléctrica. Terminamos el sendero perfectamente empapados y felices, constatando la grandiosidad y biodiversidad del Pinsapar del Rif.
Al día siguiente emprendimos el regreso a través del Estrecho de Gibraltar. Como conclusión, queremos valorar el buen acogimiento que en todo momento hemos recibido de los guías y personal dedicado a darnos una grata estancia. También hay que destacar la diversidad del grupo participante (medio centenar de personas) que, debido a su preparación en flora, fauna, cultura… ha propiciado un viaje muy didáctico e instructivo que a todos nos ha dejado con un buen sabor de boca y ganas de repetir.
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