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Ante las olas de calor… ¡más árboles en Haro!

Estos días en los que el calor asola la ciudad jarrera, los/as habitantes buscamos el frescor de parques, ríos y piscinas para pasar las horas de mayor insolación. Recorrer la vía verde del Oja-Tirón paseando bajo la sombra de sauces, alisos y chopos es una buena opción para aquellos que buscan conectar con la naturaleza, practicar deporte o darse un baño. Otros/as vecinos/as en cambio, eligen zonas arboladas como el Parque de Fuente del Moro para descansar un buen rato bajo las copas de los árboles que cobijan bancos y mesas.

Sin embargo, las actividades urbanas diarias, tales como hacer la compra, desplazarse al trabajo o quedar con familiares y amigos/as están resultando tareas complicadas debido a la insolación predominante en las calles de Haro. Buena muestra de ello es el cambio acontecido el pasado domingo en la organización del visionado de la final del Mundial Femenino: a última hora la pantalla fue reubicada en la Calle Arrabal por el calor sofocante y la falta de sombra en la Plaza de la Paz.

Las sucesivas olas de calor están provocando que desde hace días tengamos unas temperaturas máximas superiores a 35 grados, siendo las mínimas no inferiores a 18 grados. La consecución de tantos días de temperaturas sofocantes ha hecho que el efecto “isla de calor” sea patente. Este fenómeno se debe a que los materiales empleados mayoritariamente en edificios y calles, como el hormigón, el cemento y el asfalto, han ido absorbiendo el calor del sol y lo están liberando lentamente, especialmente durante las noches. Como consecuencia, el ambiente de la ciudad no se refrigera y es cada vez más asfixiante.

A esta situación nada deseosa debemos añadir también que las olas de calor empeoran la calidad del aire urbano, pues la atmósfera estancada actúa como una tapa bajo la cual quedan atrapados los contaminantes atmosféricos provenientes principalmente del tráfico motorizado.

La falta de adaptación de Haro a esta nueva situación compromete seriamente la salud y el desarrollo de la vida cotidiana de sus habitantes, además de poner en riesgo a numerosos colectivos vulnerables, como son las personas mayores, las personas enfermas y los/as menores, entre otros.

Desde Ecologistas en Acción de Haro insistimos en la importancia de aumentar las zonas verdes urbanas como estrategia para combatir la actual crisis climática. Como ya explicamos en nuestro trabajo “Haro frente a la crisis climática: propuesta para una transición verde de la ciudad”, la vegetación ayuda a mitigar el efecto “isla de calor” mediante la evapotranspiración y el aporte de sombra. Todos los jarreros y jarreras hemos podido comprobar como la sensación de frescor en las zonas verdes arboladas es notoria, y es que multitud de estudios han comprobado que el arbolado urbano puede llegar a reducir la temperatura de las ciudades hasta en 12 grados. Sus ventajas son múltiples; además de generar microclimas de frescor, los árboles urbanos absorben el dióxido de carbono (principal causante del calentamiento global) y retienen partículas contaminantes en sus hojas, contribuyendo a la mejora de la calidad del aire.

Los expertos coinciden en que las olas de calor en España serán cada vez más intensas y frecuentes, por lo que dotar a las calles de Haro de árboles y de zonas verdes resulta fundamental para estar preparados/as y hacer de Haro una ciudad habitable. En nuestro último informe “Recomendaciones generales para una correcta gestión y mantenimiento de la vegetación urbana de Haro” reiteramos la necesidad de cambiar las prácticas de poda en los árboles, desde podas sistemáticas y agresivas a podas “inteligentes” que garanticen la salud y la funcionalidad de los árboles en todo su potencial. También proponemos la ampliación del arbolado con especies autóctonas y de fronda en parques y calles, y la ampliación de zonas verdes en polígonos industriales, parkings, isletas, terraplenes, etc. apostando por renaturalizar todo el espacio posible.

Los árboles tienen su propio ritmo de desarrollo, por lo que no hay tiempo que perder. Es el momento de convertir a Haro en una ciudad resiliente, preparada para los retos climáticos presentes y futuros, que se preocupa por transicionar de una forma previsora, socialmente justa e inclusiva, garantizando el bienestar de todos/as sus habitantes de la actualidad y el de las generaciones futuras.

 

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