Muchas ciudades cercanas, tienen entre la oferta de recursos puestos a disposición de sus vecinos, un sistema de trabajo agrícola participativo, integrando diferentes necesidades sociológicas como el ocio, la conservación del medio ambiente, alimentación saludable, lucha contra el desempleo, pero, sobre todo, conocer el acervo cultural campesino, representado en la agricultura tradicional y su reto actual, por la agroecología.
Difícil entender una ciudad como la nuestra, con un potencial agrícola importante en recesión, donde la producción hortícola con alto valor añadido, por las condiciones del suelo, clima y humedad, no tenga reconocido una marca que identifique sus productos, como garantía de calidad en los mercados. ¿vivimos de espaldas a esta realidad?
Ecologistas en Acción, considera imprescindible recuperar nuestra huerta de siempre, apostando por la producción local de proximidad, el consumo sano y de calidad. En dicho contexto, los huertos urbanos públicos, juegan un papel importante para dar a conocer de manera especial, la producción autóctona, frutas y verduras, su elaboración, temporalidad, rotación y cosecha; dirigida tanto a particulares y familias, como a empresas de restauración y hostelería, actuando de manera predominante sobre la comunidad escolar, en el terreno de la educación y sensibilización.
Nuestro grupo ecologista, reclama la implementación de huertos urbanos sobre suelo público (distintas administraciones), en base a la generalidad de experiencias que conocemos y compartimos su forma de organización, consistente en muchas parcelas o plantíos, pequeña extensión, buen terreno, cercanía al casco urbano y disponibilidad de agua; puestas a disposición de vecinos, previo pago de una pequeña tasa (correr con los gastos de la actividad), asumiendo un manual de gestión técnica sostenible, donde prevalezca el mínimo impacto ambiental, insumos químicos y combustibles fósiles, es decir, lo más cercano a la agricultura ecológica. La producción seria familiar y el excedente dirigido a comedores sociales y/o escolares.
Cuestión singular y primordial de toda esta agricultura en miniatura, es el carácter didáctico de la misma, donde los ciudadanos pueden observar el trabajo sin impedimento, y alumnos junto a profesores de colegios, el derecho a recibir detallada información sobre manejo y tareas de las especies cultivadas, todo ello con finalidad en lo posible, de poner en marcha el huerto comunitario en su colegio.
El pasado diciembre, Ayuntamiento e IMIDRA firmaron un convenio de colaboración, sobre un Laboratorio de Agricultura Abierta, para fomentar la actividad participativa, empleo, conservación del medio, investigación y poner en valor las tradiciones y el patrimonio agropecuario de la ciudad. Todo este pliego de intenciones, choca con la práctica habitual de los huertos urbanos, generando dudas e incertidumbre ¿Dónde estará su ubicación?, ¿Qué significado tiene laboratorio e investigación?, ¿será solo para desempleados?, ¿se abonará retribución por la actividad?, ¿tendrá monitores?
En definitiva, no responde al patrón habitual, ni parámetros sociales, expuestos en párrafos anteriores.
Coincidimos con el organismo público de la Comunidad, en el carácter ineludible y obligatorio del desarrollo de la agricultura urbana a corto plazo. En el Real Sitio tenemos amplia experiencia agrícola en huertos y frutales, múltiples terrenos públicos sin utilidad (entorno Casa de Vacas, Doce Calles, Paseo Confesores, etc.), infraestructura de agua y suelo de 1ª categoría edafológica; solo falta interés y emprendimiento por ambas administraciones, en llevar a cabo un proyecto riguroso y colectivo, aprovechando el conocimiento campesino, adquirido por toda una generación veterana para trasmitirlo a los jóvenes, antes que se pierdan.
Hace dos legislaturas el Concejal-Delegado de entonces y ahora José González Granados, acondicionó con toda su aparatosa infraestructura, una parcela aneja al Centro de Educación Ambiental El Regajal, como vivero de especies vegetales autóctonas y planta nutricia para la fauna de lepidópteros, presente en la zona. Sobra destacar, la buena idea del progenitor y faltan palabras, para criticar y censurar su abandono, jamás llego a utilizarse.
Educar en los valores ambientales, sociales y culturales, significa pasar de las ideas a su puesta en práctica; nada mejor iniciar este aprendizaje, con un vivero de vegetación leñosa (árbol, arbusto), ligada al ecosistema urbano de parques y jardines, periurbano y Reserva Natural, para su posterior trasplante al terreno. Tal desempeño, necesita colaboración de la administración local (disponer los medios, muchos de los cuales existen) e implicación de asociaciones y/o voluntarios particulares, para poner en marcha el proyecto. El fruto del trabajo realizado, semejante a los huertos urbanos, sería el libre acceso para conocimiento ciudadano; dedicación especial para la comunidad escolar, en el aprendizaje teórico y manos a la obra (macetas con bricks reciclado, talleres, compostaje, etc), continuando con la plantación o repoblación popular de especies elegidas, en lugares necesitados. Una semilla prometedora.
Un gran acierto representa, la gobernanza participativa como principal objetivo, sin protagonismo de nadie, aunque la inercia de las costumbres y la urgencia de lo cotidiano, pudiera dificultar la gestión compartida del espacio. Pero la idea ira calando, nuestro grupo ecologista brinda toda la ayuda y colaboración que podamos ofrecer, para diseñar instrumentos que nos permitan avanzar, hacia un futuro mejor y más saludable.
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