Tras un verano de devastadores incendios, olas de calor sin precedentes y otros hechos históricos que prueban nos sitúan una vez más la gravedad de la crisis ecológica global en la que vivimos, es imperativo actuar.
Las señales de la degradación generalizada del sistema Tierra, esto es, las funciones y servicios de los ecosistemas sobre los que se sustenta la vida en el planeta, son cada vez más alarmantes. Las sociedades humanas son extremadamente vulnerables a la alteración de los frágiles equilibrios sobre los que se sustentan las bases de su bienestar y sus economías. La pandemia ha puesto de manifiesto de una forma cruda e ineludible cómo la degradación de la naturaleza se vuelve en contra de la humanidad, esta vez en forma de epidemia zoonótica.
Del 11 al 15 de octubre se celebra la COP15 del Convenio de Diversidad Biológica, uno de los convenios de Naciones Unidas creado para hacer frente a la crisis ecológica global, junto al Convenio contra el Cambio Climático. La cita, que se llevará a cabo en Kunming (Yunnan, China), después de ser aplazada en 2020 por la Covid-19, llega en un momento crítico.
En la anterior cumbre de importancia crucial, en 2010 en Nagoya (Japón), el CDB adoptó el Plan Estratégico 2011-2020 y las Metas de Aichi como herramienta mundial para detener la pérdida de biodiversidad. La gran mayoría de la naciones de este planeta, entre las que se encuentra el Estado español, adoptaron esa estrategia y se comprometieron a alcanzar el objetivo de detener la pérdida de biodiversidad antes de 2020. Hoy, 11 años después, sabemos que no sólo se ha incumplido ese plan Estratégico y que la mayoría de metas de Aichi no se han alcanzado, sino que la aceleración de la degradación de la naturaleza está a punto muy cerca de llevarnos a puntos de no retorno. Es decir, que la situación es de tal gravedad que a no ser que se reviertan urgentemente las políticas actuales –las mismas que han llevado a 1 millón de especies salvajes al borde de la extinción–, ya no será posible detener tal catástrofe.
Conscientes de la gravedad de la situación, las principales organizaciones ecologistas del Estado español – Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, Greenpeace, SEO/BirdLife y WWF– han lanzado un llamamiento conjunto al Gobierno y a todas las administraciones públicas para exigir una actuación contundente a la altura de los retos actuales. Las entidades ecologistas manifiestan la esperanza en que tales cambios son posibles a la luz del esfuerzo titánico que en todo el planeta se ha desarrollado para acabar con la pandemia del SARS-Cov2. Si la humanidad ha sido capaz de poner toda su capacidad para detener una amenaza como esta, modificando pautas de comportamiento y consumo de forma globalizada, también debe poder ser capaz de adoptar medidas estructurales que eliminen la sobreexplotación a que sometemos al sistema Tierra, antes de que sea demasiado tarde.
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