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Salto de Chira Soria, la tierra que duele y sangra

Desde la Federación Ben Magec-Ecologistas en Acción queremos lanzar algunas consideraciones al debate público relativo a la central hidroeléctrica, recordando los argumentos por los que la federación, atendiendo al consenso mayoritario de los colectivos que actualmente la conforman, se ha posicionado en repetidas ocasiones en contra del actual proyecto, aludiendo principalmente a sus impactos ambientales y a la necesidad de reorientar el modelo energético que, a través de una política de hechos consumados, se está implementando en el archipiélago.

Antes de empezar creemos necesario recordar la estructura de funcionamiento de la federación ecologista canaria. La federación Ben Magec-Ecologistas en Acción es una organización de treinta años de trayectoria cuyos socios son los colectivos federados de las diferentes islas. Las decisiones y posicionamientos de la organización se acuerdan en reuniones donde estos colectivos han de estar representados y donde se intenta alcanzar consensos que recojan las distintas sensibilidades. La federación no debe salirse nunca de estos acuerdos, asumiendo no obstante la autonomía de cada colectivo para tener su propia actividad siempre que no contradiga los principios ideológicos de la federación. A este respecto, desde la federación queremos mostrar nuestro más profundo respeto, dado nuestro compromiso con la democracia participativa y deliberativa como fórmula para la transformación social, hacia la opinión de todas aquellas personas que apoyan o han colaborado en muchas de nuestras acciones o campañas o que ha formado parte de la historia de esta organización y que en relación con Chira- Soria se encuentran hoy en posiciones de uno y otro sentir. Partimos de la base de que en todos los casos existe un convencimiento honesto y real de estar defendiendo lo correcto para nuestra sociedad y nuestro medioambiente. Pero pedimos también comprensión con lo que somos actualmente, con las que somos y con nuestros procesos; hacemos un llamamiento a la responsabilidad a la hora de referirse a la organización o utilizar nuestro nombre.

Durante los últimos años uno de los debates ambientales más complejos de abordar ha sido el del modelo energético y la necesidad de configurar un mix de energías que permita la reducción de nuestra elevada huella de carbono sin generar mayores impactos ambientales. Un debate que también se libra en el movimiento ecologista a nivel estatal donde la disyuntiva es cómo implantar energías renovables sin seguir destruyendo hábitats naturales, conscientes de que el impacto cero no existe, incrementando el control público y ciudadano de las inversiones frente al negocio especulativo del capitalismo verde.

En concreto en Gran Canaria en los últimos meses, la plataforma Salvar Chira Soria así como la plataforma Sí al proyecto Chira Soria han puesto en circulación artículos muy elaborados exponiendo los argumentos a favor y en contra de la central de bombeo, denunciando unos los impactos ambientales y proponiendo otros la descarbonización como prioridad, documentos que animamos a consultar. Por desgracia, la polémica en las redes sociales ha contribuido a ensuciar este debate ya de por sí complejo, donde el sesgo, la ridiculización y las descalificaciones han aportado un ruido innecesario para aquellas personas y actores de la sociedad civil que tratan de construirse una opinión con argumentos razonables y cualificados.

En este sentido, desde Ben Magec- Ecologistas en Acción queremos incidir en algunos de los argumentos que han inclinado la balanza de la federación hacia el cuestionamiento de este proyecto y que son los siguientes:

  • En relación a la transición a las renovables, hemos pasado de décadas de pasividad a un relato de la urgencia donde se nos pide que asumamos con ojos cerrados los costes del aluvión de infraestructuras de almacenamiento y generación que pretenden llevarse a cabo con el objetivo de bajar emisiones.
  • La elevada huella de carbono de la sociedad canaria no se explica solo por su sistema eléctrico, debemos hablar también de la huella de CO2 de nuestro modelo turístico que presume de traer en avión a 16 millones de turistas al año, de nuestro abastecimiento alimentario, que sigue importando el 90 % de lo que consumimos mientras no se encuentran soluciones al abandono del campo o de nuestro modelo de movilidad que se sustenta en el vehículo privado. ¿Por qué no se ponen sobre la mesa medidas igualmente ambiciosas de descarbonización en estos ámbitos?
  • Si bien la reducción de las emisiones es responsabilidad común, teniendo en cuenta nuestro limitado territorio y el número de habitantes a escala mundial, es preciso recordar que Canarias es considerado uno de los “puntos calientes” de biodiversidad a nivel planetario, por su riqueza de endemismos y especies autóctonas. Es por tanto una cuestión de primer orden en el archipiélago, ser especialmente sensibles a la conservación de los hábitats, frenando de una vez por todas el proceso de destrucción y fragmentación al que se han visto sometidos en los últimos cincuenta años bajo el rodillo imparable de carreteras, puertos o alojamientos hoteleros.
  • La comunidad científica lleva años advirtiéndonos no sólo de las graves consecuencias de nuestra inacción con respecto al cambio climático sino también del agotamiento de materias primas que requiere la transición energética. En el debate público pocas veces se habla de decrecimiento, ni de reducción de consumos innecesarios. ¿Se están tomando medidas orientadas a la disminución de la demanda o transitamos solo para favorecer un incremento de la misma?
  • Lejos de ser la sociedad civil y las entidades públicas las que lideren la necesaria transición energética, están siendo las grandes empresas las que están marcando la hoja de ruta sobre dónde y cómo se instalan los diferentes proyectos de energías renovables, presión que irá en aumento al calor de los millones de euros que vendrán destinados para este tipo de proyectos por los fondos europeos. Es urgente buscar mecanismos que posibiliten instalaciones que surjan desde la iniciativa local y municipal, las comunidades energéticas y las cooperativas.

Entendemos además que la historia misma del movimiento ecologista en Canarias está indisolublemente ligada a la defensa concreta del territorio y de espacios emblemáticos. No es de extrañar por tanto la sensibilidad que despierta un proyecto de estas características, que pudiendo constituir una alternativa de almacenamiento energético para energías limpias, abre una nueva frontera, los espacios naturales, que se suman al deterioro de nuestro litoral y nuestras zonas urbanas, ahondando en la sensación de destrozo sin límites. Es por eso que creemos que la manifestación del próximo sábado es una buena oportunidad para volver a utilizar los instrumentos de participación ciudadana y lucha democrática que caracterizan al movimiento ecologista, como son las movilizaciones, para poner de manifiesto que el modelo energético que queremos para el archipiélago es una preocupación prioritatia para el pueblo canario, como ya se evidenció durante la lucha contra las prospecciones. En este sentido reconocemos desde aquí el considerable trabajo que tantas personas vinculadas a la plataforma han realizado para que pueda visibilizarse el descontento y la desconfianza que a una parte importante de la población de Gran Canaria le suscita esta macro-obra.

Chira Soria supone en Canarias el principio de un nuevo escenario para el movimiento ecologista en sentido amplio, donde compañeros y compañeras de andadura no estaremos siempre alineados en todos nuestros planteamientos como viene siendo acostumbrado y con eso habremos de aprender a convivir, pues tocará dirimir sobre qué alternativas permiten mitigar el cambio climático y aumentar nuestra soberanía energética minimizando los impactos territoriales, frente a la ola expansiva del nuevo “oro verde” que lidera el oligopolio de siempre.

Chira Soria es por eso una herida que sangra, porque nuestro modelo energético bebe de herencias de las que parece que no podemos desprendernos fácilmente. Porque nuestro actual marco legislativo deja escaso margen para la gestión pública de la generación de energía. Porque nuestro modelo de desarrollo y de sociedad ha generado en las últimas décadas un deterioro imparable que requiere de un profundo replanteamiento, que nos permita hablar de decrecimiento y no solo de sustituir una tecnología por otra. Porque es complicado discernir cuál es la combinación de energías y tecnologías de generación y de almacenamiento más conveniente y estable a largo plazo, que genere menos impactos tanto aquí como en otros territorios, que sea justa y socialice los beneficios y no sólo reparta los daños, en la actual encrucijada histórica en que nos encontramos. Porque detrás de la polémica con respecto al proyecto de Chira- Soria también está el hartazgo legítimo de mucha gente, cansada de no tener las riendas de las decisiones que se toman sobre el sitio que habita o la energía que precisa para vivir una vida digna.

Chira Soria

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