- Ante las cada vez más fuertes y reiteradas olas de calor, los árboles sanos en nuestros pueblos y ciudades, con copas frondosas en toda su plenitud, van a ser herramientas imprescindibles para combatir sus consecuencias sobre la salud de los vecinos; especialmente sobre la salud de los colectivos más vulnerables: ancianos, niños y mujeres embarazadas.
Estas olas de calor, según todos los indicios, serán cada vez más frecuentes y graves, tal y como recientemente ha advertido la Organización Meteorológica Mundial. A su vez bajar la temperatura de nuestras poblaciones por medios naturales contribuye a mitigar los aumentos de temperaturas futuros y la crisis de biodiversidad, que ya estamos viviendo, de consecuencias previsiblemente incluso peores que la climática.
El sur de la península se verá especialmente afectado por estas olas de calor. Por eso desde AMA Natura-Ecologistas en Acción y Ecologistas en Acción de la Sierra de Cádiz pedimos que se abandonen de una vez la moda anacrónica y retrógrada de las podas drásticas a los árboles urbanos que vienen realizando los ayuntamientos o empresas contratadas por estos, como BASICA S.A.U., en muchos pueblos de la sierra. Podas que dejan a los árboles con copas mínimas en forma de pequeña o pequeñas bolitas («chupa-chups») u otras formas similares impidiendo que estos estén fuertes y sanos y puedan realizar sus funciones vitales, tan beneficiosas, de forma plena.
Se gastan ingentes recursos monetarios públicos de forma inútil y contraproducente y, todo ello, por motivos supuestamente estéticos. Es tal el grado de insensatez que en algunos pueblos como, por ejemplo, Ubrique o El Bosque hay infinidad de árboles mutilados de esta forma en el casco urbano. Y su número puede ser igual o, quién sabe, mayor, al número de árboles que no están podados. Así mismo, por la misma y evidente razón, pedimos que se les dejen de realizar a los árboles otras talas drásticas como son los desmoches y tratamientos similares.
Esta moda indica un desconocimiento del papel del arbolado urbano, que no es sólo estético, sino de reducción de la insolación y por tanto de la temperatura, de mejora de la calidad del aire y de aumento de la biodiversidad. Estudios realizados en diferentes ciudades de nuestro país demuestran que una calle con arbolado frondoso, que impida la insolación del asfalto y el cemento de las calzadas y aceras, llega a tener 6 grados menos que una calle similar desprovista de arbolado.
No queremos calles y plazas sin árboles o con árboles con una copa ridícula, sino pueblos con abundante vegetación en sus espacios públicos, que mejore la calidad de vida de sus habitantes y de los visitantes.
En esta lucha contra la crisis climática, cada efectivo cuenta y es ya hora de que se imponga la cordura en la jardinería urbana de los pueblos de la sierra.
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