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En defensa de las pequeñas y medianas explotaciones agrícolas de Extremadura

  • Destacan la importancia de proyectos cooperativos que impidan el avance del sector agroindustrial extremeño. Ecologistas en Acción Extremadura propone un modelo de explotación de la tierra consecuente basado en proyectos cooperativos de pequeños productores como medida para combatir la mala gestión de los recursos hídricos.
  • El grupo ecologista aboga por iniciativas como la defensa del olivar de manzanilla cacereña, cuyo modelo productivo afianza el empleo en las comarcas donde se desarrolla y supone una alternativa para la adaptación a los nuevos escenarios climáticos.

En 2023 un informe de la ONU ha advertido de una inminente crisis hídrica a nivel mundial. Con la escasez de agua afectando a más de un tercio de la población mundial muchas comunidades ya sufren los impactos de esta crisis, y muchas otras experimentan devastadoras inundaciones como efecto del cambio climático. Preparando el escenario para una explosión de conflictos sociales, la ONU predice que esta situación empeorará en los próximos años.

En gran medida, estás emergentes “guerras por el agua” están relacionadas con la agricultura, que representa cerca del 70% del consumo mundial de agua. Con sus acuíferos explotados hasta agotarlos y las sequías exacerbadas por el cambio climático y la deforestación, muchas de las zonas agrícolas más importantes del mundo se están quedando sin agua. Así, la mayoría de los actuales conflictos por el agua, y aquéllos por venir, surgen del enfrentamiento de los intereses del agronegocio con los de la gente que produce en pequeña escala, comunidades rurales e incluso comunidades urbanas.

Irónicamente, la industria agrícola se jacta de su eficiencia hídrica, ya que utilizan la última tecnología en riego por goteo y otros sistemas “inteligentes”. Una de dichas técnicas consiste en llenar enormes depósitos con agua capturada durante las estaciones húmedas y así no depender de la captación durante los periodos secos. Pero ninguna de estas tecnologías puede hacer sostenible la producción de cultivos de riego intensivo. Estas plantaciones están diseñadas para exportar agua y siempre a un ritmo más rápido del que se puede reponer. Esta pérdida de agua conduce, inevitablemente, a la destrucción del medio ambiente y a conflictos sociales con otros usuarios que no tienen acceso.

Recientemente, más de 25 mil personas se reunieron en Marais Poitevin, el segundo humedal más grande de Francia, y lugar de construcción de uno de los mayores proyectos de embalses de agua con fines agrícolas del mundo, en una movilización internacional contra el acaparamiento de agua. Los manifestantes llegaron con un mensaje claro: detengan el acaparamiento de agua de un modelo agrícola “que aplasta a agricultoras y agricultores y destruye los ecosistemas”. Los manifestantes culparon del agotamiento del agua en la zona a décadas de agricultura industrial. Rechazaron las “mega piscinas” ya que no son más que una forma de proteger la producción “suicida” de cultivos devoradores de agua destinados a alimentación animal, en manos de unos pocos, y en detrimento del medio ambiente y de la más que necesaria producción sostenible de alimentos locales por parte de pequeños agricultores. Aludiendo a protestas similares en América Latina, afirmaron “¡No es sequía, es saqueo!”.

Otra característica de estos negocios es que tienden a realizarse en lugares donde el agua ya es escasa o directamente está agotada, y donde este tipo de agricultura devoradora de agua tiene pocas posibilidades de durar más allá de un par de décadas. Quienes invierten no están sembrando cultivos a largo plazo, sino algo más parecido a un pozo petrolero del cual extraen tantos recursos como sea posible hasta agotarlo. Mientras estas agencias financieras, las que normalmente planean abandonar el territorio en 10 a 15 años, puedan seguir obteniendo utilidades, nada de esto parece importarles. Tampoco parecen desanimarse por los conflictos generados con quienes dependen de estas mismas fuentes de agua.

El problema del agua en Extremadura

En la región Extremeña se reproduce en toda su dimensión el escenario anunciado por la ONU y descrito en la prensa crítica especializada en cuestiones relacionadas con la agricultura y el agua; un panorama agravado por uno de los problemas sistémicos de nuestra región: el desigual reparto y acaparamiento abusivo de la tierra que impide el desarrollo de proyectos viables para población joven interesada en proyectos durables de vida en el entorno rural. Son pocos los proyectos cooperativos actualmente vivos en nuestra región, y aún menos los que consiguen llegar al final del año contable en una situación óptima con la que afrontar la cosecha del año siguiente.

Para ilustrar esta situación cabe destacar la situación del olivar tradicional de secano en Extremadura. Está perdiendo terreno ante el avance arrollador del olivar intensivo y super intensivo, un manejo agrícola que esquilma la tierra, el agua, la fauna, la flora, el empleo y sigue produciendo éxodo rural de la población más joven. Ante esta situación debemos posicionarnos con firmeza a favor del olivar tradicional de secano ya que es una forma de conservar suelos fértiles, fomenta la reserva de agua, la biodiversidad, mantiene el empleo y fija población en las zonas rurales.

Desde Ecologistas en Acción de Extremadura nos posicionamos a favor del cuidado, el apoyo y el impulso a esos pequeños productores de aceituna, aceite y sus derivados ya que creemos que es una muy buena estrategia para adelantarnos a los problemas que ya está acarreando la mala gestión del agua, agravado por la sequías persistentes relacionadas con el cambio climático: la desertización física de nuestros entornos, y en definitiva, todas las consecuencias relacionadas con esta situación.

El olivar de regadío no se podrá sostener a largo plazo con escenarios de futuro climático que prevén dificultades para acceder al agua, de manera que se está animando a los agricultores a hacer inversiones que no serán útiles a largo plazo o resultar ruinosos, a la par que se están eliminando olivares resilientes al cambio climático y que por tanto serían fundamentales para la adaptación a los nuevos escenarios que tendremos que afrontar

Por otro lado, manifestamos nuestro apoyo a los proyectos y cooperativas de nuestras comarcas que luchan contra el modelo agroindustrial de explotación de la tierra, expresado con contundencia por ASOMANCA: “el incremento del olivar super intensivo en todo el territorio extremeño se va a llevar a cabo con el abandono de prácticamente el 100% del olivar tradicional de Manzanilla cacereña, que hoy por hoy cuenta con unas 30.000 hectáreas en el norte de Extremadura y que representa unas 5 comarcas y 80 municipios que cuentan con unas 6000 familias de las cuales su ingreso más importante viene del olivar tradicional o de sus derivados como las numerosas industrias que se reparten por toda la provincia de Cáceres, en torno a 20 o 25 empresas familiares o pequeñas empresas. Por lo tanto desde la asociación vemos necesario y primordial la unión de los agricultores y la industria para poder frenar este mastodonte que acabará con la economía de cientos de familias, y pasará a engrosar las arcas de fondos de inversión o fondos buitre”.

“Sin la economía que representa el olivar tradicional de manzanilla cacereña”, señala ASOMANCA,  “estas comarcas se quedarán más en ruina de lo que ya están”

Material consultado:

https://www.eldiario.es/economia/cvc-beka-finance-fiera-capital-grandes-fondos-inversion-fuertes-aceite-oliva_1_10553727.html

https://grain.org/e/7040

https://www.elsaltodiario.com/agroecologia/este-modelo-agroalimentario-vacia-extremadura-utilizamos-tanta-tierra-fuera-como-dentro

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