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La tradición y el conocimiento apícola de Pepe Cervantes en el Campo de Cartagena

Las abejas llevan en la Tierra 50 millones de años y son fundamentales para el mantenimiento del equilibrio ecológico. Algunos expertos las consideran el animal más importante del planeta. Según Naciones Unidas, la clave de su importancia está en su labor como polinizadores. Pero, ¿por qué es tan importante la polinización para  la estabilidad de los ecosistemas?

Polinizar consiste en transferir granos de polen de la parte masculina de una flor (antera) a la parte femenina (estigma), ya sean de otra o de la misma flor. Cerca del 90% de las plantas con flores dependen de este momento para poder reproducirse y, por tanto, para poder producir cualquier tipo de semilla o de fruto.

Desgraciadamente, la actividad productivo-intensiva que desarrolla el ser humano en sus múltiples facetas (agroindustria, uso de insecticidas, emisión de gases de efecto invernadero, etc.) provoca la muerte de millones de abejas. En concreto, solo en la Región de Murcia, mueren más de 700 millones de abejas al año.

Pepe Cervantes conoce bien todo lo que concierne a estos insectos, pues lleva toda su vida observándolos. Aunque de joven combinó la apicultura con la ganadería y la agricultura, ya cuenta con más de 20 años dedicándose a ello de manera exclusiva.

La apicultura que realiza Pepe es sobre el terreno, sin hacer trashumancia. Empezó teniendo dos o tres colmenas y al ver que le gustaba el oficio, empezó a tener más. Su aprendizaje se basó en la observación de los propios insectos y  en preguntar a sus vecinos de siempre. “Mi escuela fueron mis vecinos y las propias abejas”, comenta. A día de hoy dispone de más de 30 asentamientos de 100-200 colmenas cada uno, distribuidos por todo el Campo de Cartagena.

La miel que sus abejas producen la vende al por mayor a la cooperativa agraria COATO, situada en el municipio de Totana (Murcia). Su producción se exporta mayoritariamente a Alemania donde, según Pepe, a los clientes no les importa pagar un poco más con tal de tener la seguridad de que la miel ha pasado todos los controles correspondientes para obtener su denominación de calidad.

Si las lluvias han sido suficientes, en enero y febrero se forman los enjambres (o grupos de abejas). Posteriormente se forma la colmena en la que conviven la reina, las obreras y los zánganos, que son las abejas macho. La única labor del zángano es fecundar a la reina para que ponga los huevos de los que nacerán las obreras. Una colmena tiene que estar a 36 o 37 grados y al 65% de humedad. La miel es el alimento que producen para alimentar a las crías y almacenarán toda la que puedan para alimentarse durante el invierno.

Pero… ¿y cómo se fabrica la miel? Las abejas exploradoras absorben con su lengua (o glosa), el néctar de las flores, lo introducen en el buche y vuelven a la colmena, donde se lo pasan a las abejas jóvenes. Las que se quedan dentro de la colmena transforman el néctar en miel, rebajando la humedad de éste hasta un 16-18%. Las abejas que permanecen en la colmena se pasan el néctar de unas a otras durante días para enriquecerlo con enzimas que ellas mismas generan. Cuando los aportes de néctar son ya muy elevados depositan las gotitas en los panales. Durante la noche siguen trabajando y cuando comprueban que la miel ya está lista, la sellan con una fina capa de cera que sirve de indicativo a los apicultores de que la miel ya está lista para ser recogida. Esto sucede a finales de mayo o principios de junio.

Según la Asociación de Apicultores de la Región de Murcia, los principales problemas que se encuentra el apicultor murciano son la falta de floraciones silvestres, provocadas fundamentalmente por la sequía y la desertización, el uso de insecticidas en los frutales de manera incontrolada y en los momentos de floración, la disminución del precio de la miel por las importaciones masivas de mieles de baja calidad que proceden de países terceros y la varroa, principal enfermedad de las abejas.

En el año 2022, un 20% de las explotaciones apícolas en todo el Levante tuvo que cerrar, debido tanto al  aumento exponencial de los costes, como  a una caída de la demanda de miel española frente a una oferta descontrolada de mieles foráneas, sobre todo procedentes de China. A principios de 2023 la cifra de apicultores censados en la Región es de 160. Un oficio que debería ser declarado patrimonio inmaterial de la humanidad, y cuyas protagonistas, las abejas, merecen una protección real, efectiva y a largo plazo. Nuestra alimentación depende de ellas ¡Las necesitamos vivas!

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