- El Gobierno andaluz parte de un diagnóstico equivocado, culpabilizando a la falta de lluvias y la nula inversión en infraestructuras la situación de escasez permanente, lo que nos lleva al colapso hídrico.
- Ni trasvases, ni desaladoras, ni nuevos embalses solucionan el problema de sobreexplotación de las masas de agua, es obligado cambiar el modelo agroindustrial, energético y turístico mediante una transición hídrica justa.
Volvemos a recordar que la sequía es un fenómeno natural consustancial a nuestro clima mediterráneo y, por lo tanto, estrechamente relacionado con un descenso coyuntural de las precipitaciones respecto a los valores medios. Lo que padece Andalucía es una crisis por escasez de carácter estructural, acentuada por la menor pluviometría e intensificada por las olas de calor como consecuencia del cambio climático. La demanda de agua del conjunto de Andalucía, con grandes diferencias espaciales, ha sobrepasado la disponibilidad del recurso. El déficit es estructural, encubierto por la sobreexplotación generalizada de aguas superficiales y subterráneas. No es la ausencia de lluvias el problema principal, sino el exceso de demandas sobre los recursos disponibles.
Para abordar la sequía meteorológica, existen instrumentos de anticipación y planificación como los planes de sequía o los planes de emergencia por sequía, para abastecimientos superiores a 10.000 habitantes. Para evitar la escasez, son necesarias políticas responsables de cambio de modelo productivo, mediante una transición hídrica justa y estrategias de adaptación al agua disponible, teniendo en cuenta las consecuencias derivadas del cambio climático explicadas en los recién aprobados planes hidrológicos: reducción de lluvias, aumento de olas de calor, descenso de retornos, aumento de evapotranspiración, descenso en la recarga de acuíferos y caudales circulantes,…
Estas medidas imprescindibles para acometer con responsabilidad y sensatez el incremento de los riesgos por sequía chocan con las ocurrencias propuestas por el Gobierno andaluz y amparadas por su peculiar comité de expertos (https://ift.tt/51LD09Q). Sigue insistiendo en la construcción de más obras, ignorando las evidencias científicas, la recuperación de costes obligatorio por la Directiva Marco de Agua, sus propias competencias y los límites de cada demarcación hidrográfica.
Un nuevo discurso alarmista, populista y con medidas llenas de improvisación, consecuencia de una gestión (hidro)ilógica que basa su propuesta en mantener o incluso aumentar los regadíos (en el Plan Hidrológico del Tinto, Odiel, Piedras hasta 45.000 nuevas hectáreas) y las actividades económicas ligadas al agua (agroindustria, macrourbanizaciones, campos de golf o proyectos de hidrógeno verde), excluyendo las demás funciones ecosistémicas absolutamente esenciales, incluido el abastecimiento urbano.
En Andalucía se han ido expandiendo los regadíos intensivos y los cultivos tropicales, ocasionando enormes impactos ambientales por sobreexplotación y contaminación de acuíferos. Hay proyectados varios macrocomplejos urbanísticos en el litoral que no tienen garantía de acceso al agua potable, por no hablar de la genuina e inexistente política energética propia, sin planificación alguna, como los proyectos de hidrógeno verde que competirán con otros usos como el urbano, en el primer escalón de prioridad legislativa, un derecho humano que se está viendo afectado en muchas localidades andaluzas que sufren cortes diarios en su acceso.
Para Moreno Bonilla el agua tiene que ser explotada más allá de los límites actuales de cada Demarcación Hidrográfica, derivando todo el recurso hacia un modelo agroindustrial y turístico depredador que nos conduce al colapso hídrico en Andalucía. Y para ello, plantea como solución dedicar un importante esfuerzo inversor para el incremento de las obras de regulación, los trasvases, la construcción y ampliación de depuradoras o desaladoras con uso exclusivo agrario, mientras destroza la sanidad y educación pública en detrimento de la gestión privada.
Para Ecologistas en Acción el agua no solo es un recurso estratégico del que dependen las actividades productivas, sino que es un patrimonio natural fundamental para la calidad de vida de sus habitantes y para la supervivencia de ecosistemas de gran valor ecológico. Por ello, para abordar el escenario de escasez hay que caminar hacia una transición hídrica justa, reorientando la política de agua hacia un nuevo modelo sostenible en términos sociales y ambientales.
Antes de proponer cualquier actuación con gran impacto, las medidas a plantear deben ir encaminadas hacia la reducción progresiva de la superficie de regadío (con justicia social y territorial), eliminar cualquier iniciativa de construcción de presas y embalses, replantear el modelo agrícola bajo un debate y acuerdo social entre todos los agentes implicados, implantar sistemas terciarios en las depuradoras que incorporen los principios de la economía circular, pero nunca para aumentar la superficie regable. La desalación con energía renovable, pero cargando los costes a los verdaderos beneficiarios de la obra; o la modernización de regadíos eliminando la posibilidad de utilizar los ahorros por eficiencia para aumentar la superficie regable.
También acometer el saneamiento y depuración en las aglomeraciones urbanas de pequeño tamaño; ordenar los usos del agua y abordar los problemas relacionados con los usos ilegales; elaborar y ejecutar planes de emergencia por sequía en todos los municipios de más de 10.000 habitantes, tal y como señala la actual Ley de Aguas de Andalucía; y priorizar los regadíos y cultivos que generan valor añadido al medio rural y fijan población.
La escasez de agua no se palia con obras para incrementar el consumo sino con un uso razonable de los recursos existentes. No necesitamos más inversiones en infraestructuras porque construir embalses y presas no es sinónimo de disponibilidad de agua inmediata. Desde el movimiento ecologista hacemos un llamamiento a la responsabilidad política del presidente Moreno Bonilla y exigimos que la Junta de Andalucía asuma una nueva política hídrica, la nueva cultura del agua, priorizando la gestión ecológica de la demanda y no el aumento de la oferta. Se debería desarrollar una política del agua planificada desde las disponibilidades hídricas y los condicionantes ambientales, justo lo contrario que lo que se plantea.
La entrada La sequía en la comunidad andaluza no es sólo por la falta de lluvias aparece primero en Ecologistas en Acción.
0 Commentaires