La ordenanza de movilidad sostenible de la ciudad de Burgos, aprobada en 2020, se ha sometido a revisión tras algo más de un año en vigor. Ya entonces fue acogida con reticencias, especialmente por el trato que dispensa a quienes utilizan la bicicleta en la ciudad. En un cambio introducido a última hora, obviando el proceso de participación previo y sin la ambición necesaria para apostar sin fisuras por la movilidad sostenible, la ordenanza aprobada el año pasado permite, por ejemplo, mayor acceso a calles (supuestamente) peatonales a los coches que a quienes usan la bicicleta.
Una de las medidas que entonces aplaudimos fue la necesaria reducción de la velocidad máxima en las vías de un único carril por sentido a 30 km/h. Ecologistas en Acción apostó entonces por una mayor reducción incluyendo vías de más de un carril, con el objetivo de pacificar el tráfico y, entre otras cuestiones, facilitar el tránsito de la acera a la calzada de las bicicletas. Ahora se han implantado aceras bici robando espacio peatonal, ya de por sí escaso; y en la modificación propuesta se introduce la posibilidad de aumentar el límite máximo permitido en vías de un solo carril por sentido. La organización ecologista ha alegado en contra de lo que considera un paso atrás.
Además, Ecologistas en Acción ha trasladado su malestar al Servicio de Movilidad y, en general, al equipo de gobierno municipal porque ya se ha aumentado el limite de velocidad en algunas vías, amparándose en el Reglamento de Circulación, cuando la norma municipal no lo permite ya que aún no se ha aprobado la modificación. Por otra parte, el procedimiento que establece la propuesta para la modificación de la ordenanza se limita a indicar que se requieren los criterios técnicos, como si lo único indispensable es si se puede hacer o no. Sin embargo, se obvia la necesidad de justificar la “excepcionalidad” de la medida (requisito establecido por el Reglamento de Circulación) y la necesidad de que cumplan con los requisitos de la movilidad sostenible. De nuevo, asistimos a una regulación del tráfico y al uso del concepto de movilidad sostenible como un mero eslogan sin contenido.
Ya hace unos meses que Andando Burgos, Burgos con Bici y Ecologistas en Acción solicitaron la creación del consejo de movilidad que la ordenanza ya contempla. Hasta el momento sólo se ha notificado que se están realizando trámites para ello. Sin negar que la modificación, o al menos revisión y evaluación, de la ordenanza de movilidad es necesaria (aunque no en los términos que se han planteado), hubiera sido deseable contar con un cauce de participación en el que el bipartito podría haber encontrado otros puntos de vista. Cumplir con el mandato legal de la información publica es claramente insuficiente para una materia, como la movilidad urbana, tan importante en el día a día de la ciudad.
Cuando parecía que se abrían posibilidades de cambio en cuanto a la movilidad urbana, tenemos que evaluar que no ha sido así. La unión de Psoe y Ciudadanos en el gobierno municipal no está siendo buena para la movilidad sostenible. La participación y capacidad para imaginar espacios compartidos entre modos de desplazamiento no contaminantes brillan por su ausencia y los coches siguen siendo el centro. Además, cada cierto tiempo se lanzan ideas sin ningún sentido (como, la “carga y descarga” de escolares a las puertas de los colegios), en vez de un plan coherente y atento a las necesidades de las personas y la apremiante urgencia de la reducción de emisiones.
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