Las ciudades tienen siempre un elevado impacto ambiental. Valladolid no es una excepción: requiere de cantidades ingentes de recursos naturales que apenas son recirculados en su interior. Por esa razón su “huella ecológica” es muy elevada y debe realizar una mayor contribución para la mejora efectiva de su calidad del aire y para evitar un deterioro del clima del planeta. Estamos ya en una situación de emergencia. Así lo recogen los últimos informes de los organismos internacionales más prestigiosos en la materia.
Evolución de la ciudad y uso de materiales. La evolución demográfica de la ciudad ha experimentado el paso de 320.000 habitantes empadronados en 1996 a menos de 300.000 en la actualidad. En este sentido, la revisión del planeamiento urbanístico de Valladolid y los municipios de su alfoz clasificando nuevos sectores de suelo urbanizable hace más difícil el desarrollo territorial y urbano sostenible enunciado por la legislación urbanística. Además, sin tierras disponibles no es posible una nueva estrategia agroalimentaria.
El descenso del consumo de agua potable es uno de los principales objetivos ambientales para la ciudad. Para racionalizar el ciclo del agua resulta de interés: reducir el consumo de agua extendiendo la implantación de aparatos domésticos eficientes, diseñar los espacios libres sobre la base de especies vegetales adaptadas a nuestro clima, y sustituir el consumo de agua potable en usos distintos al abastecimiento humano por aguas no potables.
La autosuficiencia energética podría ser, a diferencia de la de materiales, factible en una ciudad como Valladolid, siempre que se combinen una drástica reducción en el consumo energético actual y el aprovechamiento de los recursos renovables disponibles en nuestro entorno. La mayor parte del consumo se reparte entre el transporte y la edificación. La reducción drástica del primero pasa necesariamente por el principio de proximidad y el fomento de los medios no contaminantes (transporte peatonal, ciclista y colectivo electrificado).
Las previsiones del Plan General de Ordenación Urbana clasifican suelo para la construcción de un número elevado de viviendas (cincuenta mil) que no se corresponde con la evolución demográfica de la ciudad. Se debe apostar decididamente por la puesta en el mercado del alquiler utilizando todo el patrimonio municipal y gravar las viviendas vacías.
La nueva Zona de Bajas Emisiones (ZBE), que ya llega con retraso, debe mejorar, desde nuestro punto de vista, su propuesta actual e incluir objetivos cuantificables: ajustar el ámbito de la primera fase de la ZBE en su borde occidental, llevándolo hasta la Avenida de Salamanca; ampliar en 2028 el ámbito de la ZBE a los barrios; delimitar en el interior de la ZBE zonas de especial sensibilidad destinadas a proteger a los sectores más vulnerables de la población (niños, mayores y enfermos cardiorrespiratorios); adelantar el calendario de aplicación, limitando el 1 de enero de 2024 el acceso al ámbito de los vehículos con etiqueta ambiental A y B y el 1 de enero de 2025 de los vehículos C y ECO; suprimir los accesos temporales libres a los aparcamientos públicos en el interior de la ZBE; y acompañar la implementación de la ZBE de programas de electrificación y mejora de transporte público y transporte urbano de mercancías.
En lo que respecta al resto de la movilidad, debería ampliarse la red de carriles bici existente enlazando cada barrio con el centro y éstos entre sí y con los pueblos limítrofes incluyendo, siempre que fuera posible, el carril segregado en las nuevas obras. Las previsiones de posible construcción de aparcamientos recogidas en el nuevo Plan General de Ordenación Urbana deben ser objeto de reducción sustancial y eliminación en zonas escolares y zonas con arbolado.
El transporte público ha sido objeto de una reestructuración que entró en vigor a comienzos de 2018. Los magros resultados recientemente conocidos prueban que las medidas municipales no han sido eficaces para superar la atonía en que se desenvuelve este tipo de transporte.
Valladolid, pese a tener implantada la recogida selectiva en casi toda la ciudad, cuenta con una escasa tasa de recuperación de sus residuos. En el año 2021, el último del que tenemos datos, llegaron al Centro de Tratamiento de Residuos 187.704 toneladas de residuos y acabaron en el vertedero 156.161, un 83 por ciento de los mismos.
La firma de un Convenio con ECOEMBES para la instalación del contenedor amarillo ha supuesto una pésima orientación de la recogida y gestión de los residuos urbanos, un despilfarro de medios económicos y mayores dificultades para la reducción y reutilización de los residuos urbanos. Se une a esta deficiencia la tardanza en poner en marcha las inversiones asociadas a la nueva adjudicación del Centro de Tratamiento de Residuos que está llevando a una situación insostenible de la Planta.
Estas y otras cuestiones ambientales relacionadas con la contaminación, el cambio climático y la movilidad se debatirán mañana miércoles 26 de abril desde las 18:30 horas en una Jornada organizada por Ecologistas en Acción en el Salón de Grados de la Facultad de Derecho (Plaza de la Universidad s/n), que incluye un debate entre los candidatos a la Alcaldía de Valladolid al que han confirmado su asistencia Oscar Puente, María Sánchez y Pablo Vicente, a falta de de que el candidato del Partido Popular Jesús Julio Carnero decida su interés en participar.
Consulta y descarga el documento completo de Propuestas de Ecologistas en Acción Valladolid para las elecciones municipales de 2023:
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