Este enclave se encuentra en el área metropolitana de Sevilla, entre el Parque del Alamillo y la ribera del Guadalquivir.
Su nombre lo recibe por ser un enclave rodeado de agua en la zona de Tercia, la corta de la cartuja al Oeste, el antiguo cauce cegado del Guadalquivir al Norte y Este y el encauzamiento del Tamarguillo al Sur. Se trata de una zona de Especial Protección Urbanística en el PGOU de Santiponce, de gran importancia ambiental por su estrecha vinculación a la Zona de Especial Conservación del Estuario del Guadalquivir y que mantiene importantes restos de vegetación de ribera ligados a esos cauces.
La zona se usó para acumular rellenos de movimientos de tierras de las actuaciones que se realizaron para la EXPO 92, previos al evento en la ciudad y esto la confiere suelos muy pobres o degradados derivados de la acumulación de escombros o directamente del sellado por cal para su uso como aparcamientos suplementarios de la Expo.
El espacio se olvida y se degrada por falta de uso y se ocupa por vertidos de escombros y se convierte en un importante foco de prostitución masculina.
A principios de siglo se instala en la zona un pequeño aeródromo de pequeños aviones teledirigidos y en torno a 2010 se puso en marcha una iniciativa para convertirlo en un espacio «Agroecológico» con aprovechamientos hortícolas y de permacultura, a modo de cooperativa agronómica, que ha derivado a día de hoy en un proyecto de horticultura de abastecimiento familiar autogestionado.
La presencia continuada de personas en la zona hace que las actividades de degradación del espacio decaigan, aunque el uso como vertedero de escombros y el acúmulo de basuras ha sido una constante que se ha ido mejorando con la instalación de cierres perimetrales a la isla, impidiendo el acceso a las cubas que depositaban su carga sin control.
Otro de los proyectos que se ha materializado ha sido la rehabilitación del espacio con monte mediterráneo y bosques autóctonos. Hoy se pueden observar grandes avances en cuanto al establecimiento de plantas en los tres cerros que tiene el espacio. Desde el 2014 se está revegetando el espacio por los entusiastas de las reforestaciones y restauraciones de espacios degradados como herramienta de mitigación del Calentamiento Global. Grandes esfuerzos voluntarios por recuperar paisajes y por aportar soluciones basadas en la naturaleza al incorporar una heterogeneidad de especies arbóreas y arbustivas a los cerros de relleno que procedían de los sedimentos extraídos para la realización de la corta de la Cartuja. Un grupo de personas voluntarias pertenecientes a Ecologistas en Acción, a los que se ha sumado ARBA Sevilla, hacen esfuerzos por dinamizar la participación ciudadana en el enclave, para revegetarlo y recuperar especies que ayuden a la regeneración de los suelos y de su paisaje, así como para incrementar, potenciar y dar a conocer la biodiversidad que habita el espacio.
La última iniciativa es acometer esta campaña un programa de bosque comestible que incorpore frutales de libre acceso a la zona, con una actuación de mejora de suelos con leguminosas y el incremento de la biodiversidad del espacio mediante la conformación de setos vivos. A medio plazo se pretende la renaturalización de las vaguadas que quedaron tras la colmatación del río para su conversión en lagunas que diversifiquen los hábitats de la isla e incrementen su potencial como receptara de flora y fauna de humedales que tan escasas son en el entorno de Sevilla.
Todas estas actuaciones convierten Isla de Tercia en un espacio clave para la constitución del Anillo Verde de Sevilla, siendo ya una realidad no una propuesta, por la que hay que velar y alentar a su conservación y ampliación.
Sin embargo, a día de hoy, parece que la administración responsable del 70% del espacio, la Consejería de Hacienda y en concreto su área de Patrimonio, parece que no está por la labor y apunta a otros usos de dudosa rentabilidad social pero clara insostenibilidad ambiental, como podría ser volver a darle uso de aparcamiento a estos terrenos para eventos deportivos del Estadio Olímpico, que además entendemos que son incompatibles con la protección urbanística y ambiental del espacio.
Esperemos que haya una cambio de intenciones en la Junta y que sume en la dirección correcta, facilitando la labor voluntaria en pos de una Isla de Tercia Viva que facilite el control de las amenazas que se ciernen sobre el espacio en forma de vandalismos,robos o depósito de escombros y basuras y que no se convierta en la más mortífera de ellas, como apunta una comunicación de Patrimonio a una persona relacionada con las actividades desarrolladas en la Isla por la que se insta a desalojar el enclave.
Esperamos que sea un simple hecho administrativo de puro trámite que dé pié a que sea esa misma Administración la que reconozca la labor realizada y se ponga manos a la obra para facilitar el trabajo que se viene realizando en pos del bien común y no para servir a intereses particulares, dando apoyo a los que custodian desde años un espacio con gran potencial que podría ser presa de una degradación ambiental aun mayor si se obliga a su abandono.
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