Necesitamos un cambio, pero no un cambio cosmético sino un cambio radical para poder seguir habitando este planeta. Se nos olvidó que éramos naturaleza, creímos que no formábamos parte de este entramado de interconexiones y equilibrios que nos sostiene, pero la realidad al igual que la verdad solo tiene un camino y es el que hay que seguir.
El desarrollismo y consumismo que nos ha traído hasta aquí, se llama petróleo, gas, carbón, energía disponible y fósil, que nos ha permitido un crecimiento exponencial como especie pero también un desequilibrio estructural que amenaza la propia vida, toda la vida sobre el planeta.
La solución no está en otros planetas, tampoco en la evasión a otras realidades, está en nuestra forma de entender la vida, de relacionarnos con el entorno, reaprendiendo a valorar lo cercano, pequeño y lento. Quizás ya no lleguemos a tiempo, pero si no lo intentamos nunca lo sabremos. Todo lo material tiene límites, lo único ilimitado es nuestra imaginación, pongámosla al servicio de este necesario cambio.
Seguir cayendo en los mismos errores una y otra vez no nos lleva a ninguna parte, solo a seguir masacrando la realidad que nos rodea y sostiene, a seguir destruyéndonos. No tenemos mucho tiempo para reencontrarnos, para volver a ser como éramos antes de esta vorágine de destrucción gratuita e impúdica.
Esto no es difícil de ver si conseguimos alejarnos por un momento de la prisa, del ruido en que hemos convertido nuestra existencia, de esas estructuras que hemos diseñado para aislarnos de lo que somos, no podemos seguir escondiéndonos como que no pasara nada. Sabemos lo que ocurre y como empezar a solucionarlo, no perdamos más tiempo, pongámonos manos a la obra e intentemos salvarnos, solo hay una oportunidad y es ya.
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